jueves, 28 de noviembre de 2013

CD 93 – Con Voz Propia: Marosa Di Giorgio (II)


Yendo por aquel campo

Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas cosas.
Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en verdad eran la producción
de seres tristes, casi inmóviles, que nunca se salían de su lugar.
Estancias al parecer, del otro mundo, y casi eternas, porque el viento y la lluvia
las lavaban y abrillantaban, cada vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas,
aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos, esos espejos.
Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente descifrable.
Al entre leerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente el porvenir. 
Los poetas mayores están allá, donde yo digo.

(De Clavel y tenebrario, 1979)

“No es mi intención hacer un extenso análisis de su obra, ni anteponer el concepto de Marosa[1] como místico al de Marosa gnóstico, mítico o filosófico o al Marosa poeta, ninguno es excluyente, ella es un poco de todo esto. Solamente quiero recalcar que Marosa Di Giorgio introduce la metafísica en la literatura uruguaya, pues su poética desborda y supera su propio realismo naturalista o nativista o el color local profetizando visionariamente los arduos mundos del espíritu para cumplir ella misma la profética sentencia de Tolstoy: “...para ser universal hay primero que pintar nuestra propia aldea, y para pintar nuestra propia aldea debemos ser universal...”
Tan solo este fragmento refleja su más sensible universalidad.
“No puedo decir en qué país nací/ No recuerdo ningún dato, no queda ningún documento/ Pero, sé que el amor brillaba y no se podía morir.”
Su aldea, su Salto Oriental, fue siempre el centro del mundo, pues en él encontró en estado puro todos los elementos míticos, místicos  y la realidad más descarnada con los que fue creando su propia identidad, dotándola de una riqueza rica en ficciones, abrazando la dicha y el dolor contenidas en su poesía como presencias cercanas.

 (Fragmento de “La Mística en la obra de Marosa Di Giorgio”, de Jorge Menoni, 

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[1] Poeta uruguaya. Nació en Salto en 1934.
Desde 1978 se radicó en Montevideo donde inició su carrera poética en 1954 con su obra “Poemas”. 
Su ascendencia italiana y vasca la convirtió en una poeta singular, cuya obra respondió siempre a las exigencias de su mundo interior, donde la naturaleza, la magia, la mitología y el misterio, se convirtieron en importantes protagonistas.
El conjunto de su obra, reunida en “Los papeles salvajes”, se amplió con dos volúmenes que incluyeron “La liebre de marzo”, “Mesa de esmeralda”, “La falena”, “Membrillo de Lusana” y “Diamelas de Clementina Médici”. 
Sus poemas y relatos fueron traducidos al inglés, francés, portugués e italiano. 
Recibió importantes distinciones entre las que se destacan la Beca Fullbright y el Primer Premio del Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2001.
Falleció en 2004.

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