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miércoles, 19 de agosto de 2020

CD 260 – Con Voz Propia: Fernando Peña: “Yo Soy Otros” (III)

 

Fernando Peña y Sus Criaturas ¿Te Acordás? 

por Santiago Alonso  

Este periodista cree que la magia de la radio murió cuando Fernando Peña nos dejó allá por el 2009. 

El humorista Jey Mammon intentó hacer algo parecido en Pop Radio buscando emular el mismo estilo,  pero el “Puto Lindo”, como lo calificábamos sus oyentes fue único y lo hacía de forma magistral.
Se lo extraña mucho más allá de las controversias que él o sus “criaturas” generaban.
Fue el artista más grande que tuvo la radio moderna desde los 80 hasta estos días.
Una de sus creaciones más recordadas fue el concheto “Martín Revoira Lynch”, accionista de Merryl Lynch, una mesa de dinero donde es una parte involucrada quien decidió de forma ficticia comprar el espacio de una hora en Metro 95.1 para hacer “Gente como uno”, un programa dedicado a sectores de la alta sociedad o “gente bien”. 

Peña dio sus primeros pasos en la extinta FM NRG 101.1, radio de música electrónica propiedad de Alberto Pierri.
La emisora estaba en San Justo, donde hoy funcionan los estudios de Canal 26 en La Matanza.
El ciclo se llamó “Grafitti” e iba de Lunes a Viernes de 13:00 a 14:00 allá por 1998. 
Luego fue convocado para el proyecto de La Metro (hoy Metro) donde Peña junto a Diego Ripoll hacían “El Parquímetro” de Lunes a Viernes de 10:00 a 14:00
El estilo era ácido y de humor negro, aunque también había espacio para historias conmovedoras con “Mario Modesto Sabino”, un taxista de Capital y “Milagros López”, una mujer cubana que vivía en el país hace años.
Fernando introdujo a la primera “locutora trans” en la radiofonía argentina: “Cristina Patricia Megahertz”, conocida como “La Mega”.
Metro decide levantar “El Parquimetro”, poner a Andy Kusnetzoff en ese horario (que por aquel entonces se encontraba en su pico máximo de fama por ser notero de “CQC”) y mudarlo a otra radio de los mismos dueños pero en horario nocturno.
Así en pleno 2002 comenzaba “Cucuruchos en la frente” con el “Puto Lindo” y sus personajes de Lunes a Viernes de 21:00 a 00:00 y por una radio mucho más jugada de aquel entonces: FM Rock and Pop.
Eran épocas de antipolítica, del “que se vayan todos”, “piquetes y cacerolas la lucha es una sola” y Patacones.
El descrédito hacia los partidos era total.
El radical Fernando De La Rúa se iba en helicóptero dejando 30 muertos en Plaza de Mayo.
En aquella época el presidente de la nación era Eduardo Duhalde.
Peña decide hacer una seguidilla de chistes al aire con su personaje, el mexicano “Dick Alfredo” y el COMFER presionó a la radio para que levanten su programa.
A raíz de esto el COMFER (el interventor era Carlos Caterbetti) multó a la radio, sería la primera vez de muchas.
Por aquel entonces Peña revelaba que era portador de HIV y proponía un debate sobre la homosexualidad en los medios, vedado en los 2000 donde las minorías sexuales no participaban de los medios en términos masivos.
La enfermedad del conductor avanzaba y se le hacía difícil sostenerse anímicamente, por lo que Diego Scott y Sebastián Wainraich se hacían cargo del aire cuando él faltaba.
A fines de 2002 “Cucuruchos…” salió del aire. Recién en 2004 volvería “El Parkímetro AM” por KSK Radio, emisora que pertenecía a la marca de ropa Kosiuko y que emitía en el 101.9 del dial.
De forma simultánea hacía “La Vereda Tropical” un programa de música latina conducido por “Milagros López” en Radio Nacional los Sábados de 19:00 a 21:00
En el 2006 Peña regresaría a Metro ocupando la primera mañana (Lunes a Viernes de 07:00 a 10:00) hasta su última emisión en 2009 tras su fallecimiento.
El actor se inmortalizaba el 17 de Junio de 2009 y nos dejaba a causa de un cáncer hepático. 

(Fuente: https://diarioanticipos.com/2020/03/22/fernando-pena-y-sus-criaturas-te-acordas


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Track 01: Fernando Peña – Cucuruchos en la Frente – 11/02/2002 – Primer Programa en Rock & Pop 95.9 -  (02:10:30) 

00:00 - Apertura

03:48 - Charla y Entrevista a La Surca

25:19 - Presentación de Federico Knüppel, el Movilero

28:59 - Megamix Zapping de Noticias

35:10 - Cucuruchos Sobre Ruedas: Basureros

51:40 - Presentación de Secciones Nuevas

1:56:18 - ¿La Mujer Puede Cortar el Chorro? 


martes, 26 de febrero de 2019

CD 222 – Con Voz Propia: Fernando Peña: “Yo Soy Otros” (II)


Milagro de Radio

Por Natali Schejtman

Como repiten las voces en estos días, con la muerte de Peña se fueron unas cuantas personas más, esos personajes con historia y entidad propia que ayudaron a convertirlo en una figura insoslayable en el espectáculo argentino. Quizá la más singular, querida (también por Peña) y profunda haya sido Milagros López.

Ella fue, de hecho, la cubana que le quitó el sueño a Lalo Mir cuando viajaba en avión, como un pasajero más. Un día decidió ir a conocerla, y se encontró con el joven y prolijo Fernando Peña: “Como personaje, Milagros López era tan rotundo que cuando yo lo vi a él hablando por el teléfono del avión, tuve una especie de flash, no lo creía. Nunca lo hubiese imaginado, y eso que yo sé que en radio muchas veces lo que es no lo es, sólo lo parece, porque es lo que se induce a creer que es a partir de la voz. Fue una especie de decepción: yo me esperaba una morocha cubana y me apareció un chabón de un metro ochenta, uniformado, impecable. Pero no tardé en recomponerme”.

Milagros López se fue construyendo en el tiempo. La primera idea de Lalo era que diera consejos a los viajeros: Milagros construyó una identidad. Era un personaje en serio. Yo retrasé mucho la comunicación a la prensa de que Milagros era un tipo... Fernando insistía y yo le decía que esperara”.

Milagros fue una gran amiga de la Negra Vernaci, por ejemplo, según contó ella en el programa de homenaje que le dedicó a Peña. También contó historias, como cuando la gente se amontonó en la puerta, a la salida del programa, porque a la señora se le había hecho fama de sanadora al aire.

En otra ocasión, Milagros llamó por teléfono a Lágrima Ríos  -la fallecida cantante uruguaya, a quien Peña trajo a la Argentina- sin decirle que ella en realidad no era ni mujer ni cubana. La artista se lo creyó sin más y le cayó de lo más bien.

Milagros llegó a tener su programa propio. Carlos Ulanovsky la llevó a Radio de la Ciudad, rendido ante un personaje de esa carnadura y esa identidad. Todavía ahora se la podía escuchar en Radio Nacional con su programa La vereda tropical. Allí, con otro ritmo y un recorte musical de antología -en donde los boleros marcaban terreno-, Milagros desplegaba toda su intensidad y sentimiento, entre velas y luces bajas.

Peña gustaba de hablar y definir a sus personajes. En una entrevista que dio a Radar, dijo de Milagritos: Milagros López es la abuela que todos queremos tener. Yo a veces juego a imaginarme cómo será Milagros, como si Milagros existiera: ¿cuál será su pecado peor?, ¿se hace la paja? No... Sabe lo que es, porque no es boluda, y no es una negadora, pero nunca pasaría por esa bajeza de meterse los dedos en la concha. Sus pensamientos más oscuros de pronto son tan oscuros que ella no puede penetrarlos. Para mí, uno puede penetrarlos cuando ves la baranda de la escalera que te lleva al sótano. Pero cuando ni ves eso, está tan oscuro que sos Alicia en el país de las maravillas. Ella es muy clara. Convive mejor en el lado claro. No tiene sexo durante un mes o dos años con el marido y quizá se saca las ganas haciendo una torta. Clausura bien sus zonas sexuales”.

Pero su creador no era el único que se imaginaba cómo sería Milagritos. Para Lalo, el fenómeno de la cubana, potenciado por su programa de radio propio, es más que curioso: “Muchísima gente, audiencia de AM, todavía hoy no sabe que Milagros era Peña. Era la cubana perfecta”.


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jueves, 14 de febrero de 2019

CD 221 – Con Voz Propia: Fernando Peña: “Yo Soy Otros” (I)


Oigo voces
Por Soledad Barruti


“Él es un antes y un después en la radio.

Si en el mundo existiera otro así,

nos habríamos enterado.

 Sería famoso a nivel mundial.”

Sebastián Wainraich

Desde hacía un tiempo, Fernando Peña había decidido utilizar la primera media hora de El Parquímetro para hablar con su propia voz y sin desdoblamientos. Pero no como el padre de las criaturas que todos conocían sino sólo como la primera de ellas en llegar a la radio, antes de que se fueran sumando esos otros personajes que lo convirtieron en un actor irrepetible. A algo de eso se refería cuando hablaba de crear al personaje de Fernando Peña. Y algo de eso había cuando iban haciendo su aparición los demás, voces enteras y personajes tallados en una sola pieza.

Los primeros cinco de ellos llegaban, puntualmente, en una de las decenas de combis que todas las mañanas viajan desde lugares remotos al centro de la Capital. El que inauguraba cada ciclo grupal era el conductor oficial de El Parquímetro, Ricardo Alfredo Ñuñoa Cruz o Dick Alfredo, un mexicano heroinómano y racista, cabreado con la decadencia latinoamericana y en una constante pelea con el resto de los presentes.

Estaba Rubén Ramón Sixto Alegre, el adorable Palito, pibe chorro de José León Suárez que normalmente hinchaba por Boca, pero también podía cambiar de cuadro de fútbol según los resultados del fin de semana. Seis padres decía Palito que tenía, uno de ellos de la Federal y una novia con diecinueve hijos, alguno suyo seguramente. Te voy a hacer el amor con la roma puesta uh! era uno de sus tantos hits de cumbia con que siempre pensó algún día iba a llegar a la fama. O Roberto María Flores, “el putito pasivo que hacía Feng Shui” y a las ocho en punto de cada mañana se desintegraba cantándoles a las locas y a los potos que tomaran su AZT. Cristina Patricia Megahertz, La Mega, travesti, oriunda de Canelones (Uruguay), pero con maquillaje y vestuario pensado según su gran admiración por Mirtha Legrand, y quien se había ganado el lugar de locutora de El Parquímetro, para al grito de wow wow wow y frena a sus compañeros cuando se les iba la mano con alguna guasada. Ni hablar de la pareja nunca oficialmente consumada que hacían la azafata cubana Milagros López –que alguna vez enamoró a Lalo Mir a través de un altoparlante en un avión y se había ganado su propio espacio los sábados por Radio Nacional con La vereda tropical– y Mario Modesto Sabino, el taxista setentón y viudo con acento tano, experto en seguridad vial, que añoraba ese país mejor al que había llegado con sólo cuatro años. Un entramado de voces que a veces se mezclaban con los otros, los que aterrizaban de repente, como caídos de un plato volador abducidos del resguardo de sus minorías nefastas. Delia Dora de Fernández, católica apostólica romana, esposa de un militar de clase media, madre de dos hijos a los que no quiso ni ver ni escuchar ni nada desde que nacieron; presidenta del movimiento Argentina o Reventar (desde el que alguna vez llamó a Cecilia Pando dándole fuerzas para seguir en su lucha). Monseñor Lago, o Monse, que en cada aparición emitía una especie de plegaria golosa por restituir al clero su legítimo derecho a dar cariño a los niños y dejarse acariciar íntimamente por ellos. O Rafael Orestes Porelorti, diputado y senador oficialista que se comunicaba desde un celular que se desconectaba ante cualquier pregunta “incómoda”. El mismo que le hizo perder al programa de Peña el auspicio del Citibank cuando “hablando mal y pronto” dijo que en las oficinas de ese banco se la pasaban tomando merca. Con menos presencia, pero no por eso menos cuerpo, también estaban los micros de Jonathan Bermúdez, el judío nerd que instruía hi tech, y el Sepulturero que desde algún submundo leía los obituarios de La Nación. Aunque tal vez el más famoso (el que agotó a Peña al punto tal que lo sacó del estudio regalándole una hora de programa por semana... dentro del suyo) era Martín Revoira Lynch. Empresario, terrateniente, rugbier de San Isidro, pero reinstalado en Pilar con su mujer Pilar, al canto de “¡Aguante San Isíííídro, Boló!” el conductor de Gente como uno últimamente se dedicaba a hacer campaña por Prat Gay llamando a los vecinos de Recoleta para recordarles que estuvieran atentos al potencial fraude y no dejar de imprimir sus propias boletas. Revoira Lynch tenía su propio diccionario desde donde explicaba las diferencias que tenía que tener un bien para diferenciarse del cursi y del pardo, al momento de elegir palabras como cuarto, habitación o pieza; cache, berreta o trucho; colorado, rojo o bermellón. Y una serie de poesías como “Túnel Libertador”, dedicada a Martín Revoira Lynch Segundo, su viejo. Fiel a la dicción más cheta, defendía como nadie la muletilla “Boló”, tanto que una mañana encontró en la guía a la familia Boló, los llamó y les preguntó por un pariente suyo (Hernán Boló), que según Revoira esa mañana daría un seminario en el Bank Boston. “No hay muchos Bolós en el país, somos pocos, pero Hernán acá no vive”, le respondieron. En Gente como uno hubo varias entrevistas, pero ninguna como la que le hizo a Bernardo Neustadt (de verdad hay que escucharla en YouTube).

Sabino, La Mega, Palito, Roberto, Dick, Milagritos... Trece personas que llegaban en combi o en plato volador. Que uno a uno iban encendiendo su voz para ir subiéndose a los autos, hablando en los auriculares y poblando las casas de radios prendidas y café recién hecho. Que se hicieron querer y odiar con sus chistes y verdades, con su ser tan ciento por ciento ellos mismos, siempre. Personas que la tarde del pasado miércoles se fueron, dejando esas mismas casas vacías y en silencio. Trece seres únicos que ojalá también hayan podido aterrizar en el paraíso. Aunque algunos de ellos no se lo merecieran. Pero el ovni en el que viajaban, sí.


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