Poesía y Poética de Leopoldo Marechal
Por Graciela Maturo
“Recapitulando los contenidos podemos apreciar la unidad y coherencia de la obra de Marechal, proliferada en distintas formas y modalidades pero siempre fiel a su impronta inicial. Es una obra esencialmente poética, diversificada en distintos géneros, y tiene un rico contenido metafísico y religioso, asentada en la tradición del humanismo cristiano, siempre que entendamos por tal a la tradición judeo-cristiana ampliada hacia la fuente griega y hacia todas las culturas con un sentido ecuménico de catholicidad (universalidad).
Marechal es un hombre que fue alcanzando el conocimiento pleno de los grandes iniciados, es decir la sabiduría espiritual, por encima de los saberes especializados, disciplinarios, atenidos a las ciencias modernas. Es hombre tradicional, y ha bebido en fuentes ortodoxas y heterodoxas, se ha nutrido de saberes como la alquimia y otras “ciencias espirituales”, siguiendo inicialmente a los maestros románticos, simbolistas y modernistas de la poesía de Occidente en la reconquista de la Tradición primordial.
Por eso a los poemas juveniles, ya tocados por esa iniciación, le siguen otros que van exponiendo su sabiduría y se hacen más expositivos y didácticos en la madurez.
También hemos visto que su poesía engendra una poética, y que en ambas se encuentran los gérmenes de novelas y dramas.
Toda su obra, pues, es una búsqueda, un encuentro y una didáctica de la iniciación espiritual, por la cual se produce la Kehre o viraje del hombre hacia su condición divino-humana. Por lo tanto su pensamiento es superador de la Modernidad; navega, como lo dice hacia las fuentes.
yo, como el surubí, voy hacia la fuente de mi río.
Los personajes de Marechal recorren el laberinto del mundo, y valoran los elementos aparentemente divergentes como escala de perfeccionamiento y salvación. Se dibuja una antropología que he llamado teándrica (tomando ese nombre de la tradición ortodoxa griega) para significar lo divino-humano.
Esa figura, a imagen y semejanza de Dios, se completa en la muerte, pero infunde a la vida una dignidad que no alcanzan las culturas teocéntricas ni las antrópicas.
El hombre, nacido para la felicidad o beatitud, la alcanza a partir del reconocimiento de esa dignidad que lo hace partícipe de lo sagrado. No es solamente una más de las criaturas que también lo son; es también un intérprete y un continuador del plan de Dios. Exalta al hombre creador, el poeta.
La Historia no es, o no siempre es, progreso positivo. (Vico habló de corsi y recorsi) Marechal comparte la idea de una historia que avanza en lo material y técnico a costa de deteriorar lo humano.”
(Fuente: Graciela Maturo: Seminario 2014 - Poesía y Poética de Leopoldo Marechal)
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