miércoles, 14 de marzo de 2018

CD 198 – General Prim: Las Disimuladas Facetas de un Conspirador


El Misterioso Asesinato de Prim

Por Fátima Urribarri

La mañana del 27 de diciembre de 1870, Juan Prim y Prats, Presidente del Gobierno y Ministro de Guerra, recibe en su domicilio una impactante advertencia. El periodista Bernardo García, director de La discusión, le previene que ese día lo van a matar. Prim desatiende el aviso (no es el primero que recibe) y continúa con la agenda prevista. Son tiempos especialmente convulsos, es inminente la instauración de una nueva dinastía; tras la revolución de La Gloriosa, que provocó el exilio de Isabel II y llevó al poder a Prim, Amadeo de Saboya ha sido “elegido” rey por el nuevo gobierno y llegará a Cartagena (Murcia) en tres días, el 30 diciembre. Prim acude a las Cortes y a la salida se dirige a su residencia, la sede del Ministerio de la Guerra, en el palacio de Buenavista. Sobre las siete de la tarde la visibilidad es mala: nieva en Madrid y el alumbrado público no es potente. Al poco de entrar en la calle del Turco (hoy, calle del Marqués de Cubas) el cochero de la berlina del presidente se sobresalta y tira con fuerza de las riendas cuando observa que unos carruajes cruzados en la calle le impiden el paso. Todo sucede deprisa, unos hombres se abalanzan sobre el vehículo. Abren la portezuela y descerrajan hasta cinco disparos sobre Prim. Los trabucos, de boca ancha, a poca distancia hacen mucho daño: el presidente queda herido en el hombro y el brazo izquierdo; tiene atravesada la palma de la mano derecha y ha perdido el dedo anular. Pero parece que sus órganos vitales están intactos. A Prim lo suben a sus aposentos. Lo atienden el doctor Losada, su médico personal, y otro colega, el doctor Lladó. El presidente no quiere que cunda la alarma. Se acuerda transmitir la idea de que se repondrá, porque parece que eso es lo que sucederá. Los días 28 y 29 los pasa relativamente bien. Pero el 30 lo invade una fiebre alta. Llaman al doctor Sánchez de Toca, pero ya es tarde: una infección letal acaba con su vida. Prim fallece el 30 de diciembre de 1870, entre las 20 y las 20:15 horas, el mismo día de la llegada de Amadeo I de Saboya, el rey que él quiso para España. Hasta aquí la versión oficial. Y es que a 148 años de «cuando mataron a Prim», una expresión que sigue en uso, todavía es un crimen sin esclarecer. Se habla de conspiración, secretos, mentiras, encubrimiento… Un equipo examinó hace cinco años el cadáver embalsamado de Prim y dictaminó que lo habían estrangulado a lazo. Sin embargo, estos días se ha hecho público otro dictamen, encargado por la Sociedad Bicentenario General Prim 2014, que niega esas conclusiones y concluye, como afirma la versión histórica, que murió a consecuencia de la infección de las heridas del atentado. Discrepan en la causa de la muerte, pero coinciden en que el sumario del caso (nada menos que de 16.000 páginas) ha sido manipulado, y ambos equipos de investigación creen en la posible culpabilidad de Antonio María de Orleans, duque de Montpensier y principal sospechoso de instigar el crimen. Aunque no el único. A Prim le sobraban los enemigos.


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