viernes, 22 de marzo de 2024

CD 361 – Atahualpa Yupanqui - “Alguien que Viene de Lejos a Contar Algo”

 

Entre Ríos

 

"Hermosa tierra entrerriana,

símbolo de rebeldía,

vas curando el alma mía

con el sol de tus mañanas.

Te admiro fresca y lozana

en las orillas del río,

amo tu monte bravío,

amo tus campos sembrados

amo tus yuyos mojados

con el vapor del rocío."

A.Y.

 

Rastreando la huella de los cantos perdidos por el viento, llegué al país entrerriano. Sin calendario, y con la sola brújula de mi corazón, me topé con un ancho río, con bermejos barrancos gredosos, con restingas bravas y pequeñas barcas azules. Más allá, las islas, los sarandizales, los aromos, refugio de matreros y serpientes, solar de haciendas chúcaras. Lazo. Puñal. Silencio. Discreción.

 

Me adentré en ese continente de gauchos, y llegué a Cuchilla Redonda, desde Concepción del Uruguay. Llevaba un papel para Aniceto Almada. Y días después -hacen ya treintaitantos años-, crucé por Escriña, Urdinarrain, y fui a parar a Rosario Tala.

 

Era una ciudad antigua, de anchas veredas, con más tapiales que casas. Anduve por los aledaños hasta el atardecer, sin hablar con nadie, aunque respondiendo al saludo de todos, pues allá existía la costumbre de saludar a todo el mundo, como lo hace la gente sin miedo, o sin pecado.

 

Al filo de la noche, penetré en la ciudad. La luz de las ventanas apuñalaba la calle. Algunos jinetes pasaban al galope.

 

Busqué el mercado y entré a un puesto de carne. Almada me había indicado a un hombre allí: don Cipriano Vila.

 

Era un gaucho alto, fornido, medio rubión, de bigote entrecano. Había un grupo de hombres rodeando una pequeña mesa, paisanos y amigos de Vila. Bebían Lucera y charlaban en voz baja. Yo saludé y me arrinconé cerca de la mesa. Nadie me miró dos veces.

(Fuente: Fragmento del Capítulo V, “Entre Ríos”, de “El Canto y el Viento”, de Atahualpa Yupanqui. Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1971)



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Track 01: Me Llamo Como lo que Canto (00:59)

Cuando Héctor Roberto Chavero comprendió que lo que cantaba estaba colmado de paisajes humanos, dioses indígenas, ríos antiguos, ceremonias rurales, santitos y milagros de pueblo, decidió cambiar su nombre por Atahualpa Yupanqui, que en quechua significa: “Alguien que viene de lejos a contar algo” ¿Pero a qué lejanía se referiría? Don Ata se consagró a las culturas de nuestra tierra que estaban antes de la llegada de los conquistadores, adquirir ese nombre significó tomar una posición en una sociedad que sólo se reconocía como hija de los barcos.

Link para acceder al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=sV_sqz6zJM4

 

Track 02: Yupanqui y la Guitarra (00:59)

Como todo buen hijo de la Pachamama, Yupanqui entendía a la guitarra como un obsequio sagrado de ella: “la guitarra fue simplemente un trozo de un árbol. Y ese árbol no era solitario, no estaba solo en una colina, sino que formaba parte de una pequeña selva, de eso que llamamos monte…Y ese pedazo de madera integrante de la selva tiene que haber recibido un gorjeo de algún ave. De toda clase de pájaros a toda hora del día”

El vínculo de Atahualpa con la guitarra fue tan estrecho no sólo porque le permitía expresar sus sentimientos, sino que también reunía el sentir de su pueblo: “Te quiero porque en tus cuerdas/ Mis paisanos van juntando/La alegría con la pena”.

Link para acceder al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=gjs2xqNOzIU

 

Track 03: Yupanqui y el Paisaje (01:00)

Don Ata solía manifestar: “Hay que hacer música con sabor al lugar, quién sabe si esa no es una manera simbólica de pedirle perdón a la selva y devolverle un pedazo de canto” En esta reflexión Yupanqui esgrime su arte poética, su canto es una extensión de la naturaleza. Por eso exigía que la juventud recuperara su paisaje, argumentaba que todos los ruidos posibles se lo habían arrebatado. Para Atahualpa su copla tenía un paisaje, el humano, de hecho, confesaba: “El hombre es Tierra que anda” La obra de Atahualpa Yupanqui es el resultado de toda una vida en busca del alma del paisaje.

Link para acceder al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=yl0B7UQ4YAk

 

Track 04: Yupanqui y la Luna (00:59)

En su célebre zamba “Luna Tucumana”, Yupanqui denomina a la luna como “tamborcito calchaquí”, si bien es la más conocida, don Ata tuvo varias maneras de nombrarla. De hecho, le dedica un poema en el que la llama: “La Capataza”“Esperándote estoy, mi capataza. /Centinela sin par. ¡Mi luna gaucha!”

En su libro: “El canto del Viento”, Yupanqui afirma: “A veces, la luna, abierta navaja sobre un paño azul, corta de un tajo el aire. Y un pedazo de copla cae sobre el sueño del minero”.

Link para acceder al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=g2wrrnRp1HM

 


Ficha Técnica: 

Es una producción de MediaFolk Bios, un espacio transmedia que produce y transmite eventos, recitales, programas y contenidos audiovisuales de la cultura popular argentina. (https://www.youtube.com/watch?v=ulbyC463dTc)


La mejor manera de conocer la identidad de un país es conocer la vida de sus artistas. MediaFolk Bios es un Ciclo de Microbiografías sobre Nuestros Artistas Populares.


Locución: Cecilia Lorenc Valcarce. Ilustración: Juan Roma. Redes: Marisa Ruival. Edición: Christian Brennan. Guion: Pedro Patzer.

 


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