lunes, 27 de julio de 2015

CD 135 – Con Voz Propia: Rafael Alberti II


Rafael Alberti y la Generación Española de 1927

Al morir Rafael Alberti desaparece el último integrante de la Generación de 1927. Para Ortega y Gasset cada generación debe ser portadora de algo inédito.

Esto puede aplicarse a la denominada Generación de 1927, que reunió a un grupo muy variado de escritores, que hicieron sus planteamientos estéticos en ocasión de celebrarse trescientos años del nacimiento de Don Luis de Góngora y Argot. Nueve años después la Guerra Civil de 1936 a 1939 cortó de un tajo la cohesión del grupo.
El 19 de agosto de 1936 murió fusilado en su Granada el poeta Federico García Lorca. Durante los tres años de guerra salieron de España rumbo al exilio: Luis Cernuda, Pedro Salinas, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Rafael Alberti. En España permanecieron Luis Rosales, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego.

Son tan disímiles los poetas agrupados bajo la denominación de Generación del 27, que es complejo definir sus estilos y las influencias que recibieron. Era la época de los “ismos” vanguardistas a cuyas tendencias no fueron ajenos. La generalidad se inició bajo el influjo de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, sin que faltara en algunos la huella del romanticismo tardío, encarnado en Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Tampoco escaparon a la de Don Miguel de Unamuno, poeta y filósofo, cuyo carácter vehemente, inconforme y violento encarna el aspecto “donquijotesco” de los españoles.

Versos para el Mar

Rafael Alberti, último exponente vivo de la llamada Generación del 27 y uno de los más grandes poetas españoles del Siglo XX, no consiguió hacer realidad su sueño de alcanzar el próximo milenio. Ayer jueves, poco antes de la una de la madrugada, la muerte lo sorprendió en su casa del Puerto de Santa María, en la bahía de Cádiz, donde había nacido hace 96 años. Un paro cardio-respiratorio produjo el deceso.

El cadáver de Alberti fue incinerado ayer por la tarde en la vecina población de Chiclana. No hubo capilla ardiente, él no la quería. Sus cenizas serán arrojadas hoy sobre las aguas atlánticas de la bahía a la que tantas veces cantó. Era su deseo. Uno de los primeros en manifestar por escrito su pésame a Aitana, única hija del poeta y a su viuda María Asunción Mateo, con quien contrajo segundas nupcias en 1990 fue el rey Juan Carlos de España.

Rafael Alberti nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en diciembre de 1902 y falleció en la misma localidad en octubre de 1999. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura con su primer libro de poesía, Marinero en tierra (1925). Entre su extensa obra poética cabe destacar Cal y Canto (1927), Sobre los ángeles (1928), Sermones y Moradas (1930), Entre el clavel y la espada (1941), Retornos de lo vivo lejano (1945), A la pintura (1948), Roma, peligro para Caminantes (1968), Desprecio y maravilla (1972), Fatigada luz (1980), Versos sueltos de cada día (1982) y Canciones para Altair (1989). Es el autor de los tres volúmenes de memorias titulados La arboleda perdida (1959, 1987 y 1996), así como de Imagen primera de.... (Seix Barral 1999) y de numerosas obras teatrales. Obtuvo el Premio Lenin de la Paz y el Premio Cervantes en 1983 y de Prosas Encontradas (2000).

Rafael Alberti nació en Puerto de Santa María, Cádiz, en 1902. Fue ganador del Premio Cervantes y pertenece a la llamada Generación de 1927. Amigo de Federico García Lorca, como él representa a la poesía andaluza, aunque desde distinto ángulo. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1924 con su libro Marinero en Tierra, editado ese año, de sabor neopopularista, prologado por el mismo Juan Ramón Jiménez, maestro indiscutible de la generación.

Al finalizar la Guerra Española pasó a Francia y de allí a la Argentina, al Uruguay y a Italia. El popularismo de Alberti, a diferencia del de Lorca deriva de la poesía culta de los Cancioneros y de Gil Vicente. La amante (1925) y El Alba de alhelí (1925-1926) constituyen esta primera etapa, a la que sigue un breve período gongorista, centrado en su libro Cal y Canto (1926-1927). Pero el libro decisivo, que señala a Alberti como uno de los grandes líricos modernos es Sobre los Ángeles (1927-1928) Es notable la influencia de la poesía simbolista y surrealista, pero la forma cada vez más depurada y los conceptos poéticos son originales. Los Ángeles representan los sentimientos del poeta. La angustia del hombre moderno ante el caos de su mundo, su desesperación y su rabia se transforman en bellas imágenes de visionario. La libertad formal se acentúa en el libro siguiente, Sermones y moradas (1929).

Su compromiso con la realidad política del momento se inicia con la Elegía Cívica (1929) y constituye el bloque poético de su libro El poeta en la Calle (1936) iniciado en 1931 y en el que trabajó hasta 1935. De un momento a otro (1934–1939) recoge la poesía revolucionaria y de guerra de los últimos años de estancia del poeta en España, antes de su largo exilio.

La etapa que corresponde al destierro señala un retorno a cierta serenidad clásica, un detener el ritmo marcadamente humano y comprometido de sus anteriores obras. Se inicia con Entre el clavel y la espada (1941). Existe una inspiración americana en Pleamar (1944) y en las Baladas y Canciones del Paraná (1954), con cierto sentido populista. A la Pintura (1952) es una auténtica obra de artesanía por su técnica y por la calidad de sus versos. Pero donde culmina la inspiración del poeta exiliado es en los Retornos de lo vivo lejano (1948-1956) y en la Oda Marítima (1956) esta última un homenaje a su bahía gaditana. Con posterioridad publicó Abierto a todas horas (1964). Para el teatro escribió El trébol florido, El hombre deshabitado, El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado, De un momento a otro, con una concepción de la escena esencialmente poética. La arboleda perdida (1940) es un bello libro de memorias que recoge semblanzas de escritores intelectuales contemporáneos.


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Producción General y Edición: Blanca Curia

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