viernes, 27 de abril de 2018

CD 201 – Platón: La Filosofía Como Diálogo


Platón

(427 a.C. – 347 a.C.)

Hay fundamentos sólidos para considerar a Platón como el verdadero fundador de la filosofía como nueva «disciplina institucionalizada», como

disciplina académica (que no puede confundirse con lo que hoy llamamos filosofía universitaria, de profesores para profesores). Podría decirse entonces que antes de Platón no hubo propiamente filosofía, sino prehistoria de la filosofía, filosofía presocrática, como designó Panecio el Estoico a todos los pensadores que antecedieron a Sócrates. Porque, aun siendo tan diferente la inspiración de Sócrates y la de Platón, tampoco puede olvidarse que el Sócrates que ha pasado a la historia de la filosofía occidental ha sido principalmente el Sócrates a través del cual Platón expone sus ideas en sus Diálogos. Los «presocráticos» habrían sido, más que filósofos, en sentido académico, precursores de la filosofía, metafísicos que instauraron sin duda un estilo nuevo de pensar, respecto de las tradiciones mitológicas, que iniciaron la crítica racionalista a las religiones primarias y secundarias, pero que propiamente «no sabían lo que decían», actuando como soldados bisoños, en palabras de Aristóteles. No lo sabían, ni lo podían saber, porque sólo tras la confrontación de sus propias concepciones del Universo podrían comenzar a conocer los límites y estructura de sus propios pensamientos. En todo caso, las escuelas presocráticas –la escuela de Mileto, la escuela de Pitágoras, la escuela eleática– no fueron propiamente escuelas de filosofía, sino también de Astronomía, de Matemáticas, incluso heterías o «escuelas de sabiduría». Sólo cuando las escuelas presocráticas se enfrentasen entre sí pudo aparecer un nuevo nivel crítico, vecino del escepticismo, cuya versión histórica más importante fue la sofística ateniense. Del seno de la sofística salieron Sócrates y el propio Platón: basta leer el diálogo Protágoras.

Platón, tras la muerte de Sócrates, y atraído por los pitagóricos de la Magna Grecia, volvió a Atenas, en donde fundó la Academia, como un centro dedicado precisamente a la formación de los jóvenes, que les hiciera capaces de dirigir la política de las ciudades estado griegas en plena expansión. Aristóteles, maestro de Alejandro Magno, fue uno de tales discípulos, sin duda el más importante. De cualquier modo Platón orientó gran parte de su obra a analizar las ideas políticas más esenciales, desde el punto de vista de un racionalismo cuya actualidad resulta aún hoy asombrosa. Ahí están la República y Las Leyes. Es cierto que estas obras, en las que se defienden ideas comunistas (al menos con referencia a las clases superiores) han sido muchas veces interpretadas como una expresión puramente ideológica de la aristocracia ateniense. El diamat soviético vio a Platón como un idealista genuino, y Popper, o los llamados nuevos filósofos franceses (Lévy, Glucksmann) vieron a Platón como pensador claramente totalitario, pre-fascista o incluso pre-stalinista. Pero este juicio, una vez caída la Unión Soviética, puede reducirse a sus justos términos (los términos oportunistas de la Guerra Fría), términos en todo caso anacrónicos (¿qué entendían por idealismo los funcionarios del diamat?) y desajustados a la realidad: Platón, como también Aristóteles, fue crítico acerbo de la democracia; pero, ¿acaso la democracia ateniense, como la democracia de Pericles, puede considerarse hoy como la precursora de la forma más alta de organización del Estado?

Desde las coordenadas del materialismo filosófico, Platón, precisamente por su teoría de las Ideas impersonales, está más cerca del materialismo que lo que pudiera estarlo Aristóteles, fundador de lo que hoy llamamos la Ontoteología o Teología natural. Platón, gran matemático, es quien sentó las bases de la racionalidad dialéctica, cuya influencia en los siglos posteriores llega hasta nosotros con mayor fuerza aún que la del racionalismo silogístico de Aristóteles. Platón es, visto desde el materialismo filosófico, el descubridor de los grandes principios que hoy llamamos «principios de la symploké», y principalmente del principio de la discontinuidad, desconocido por tantos materialistas de la época moderna (incluyendo a Engels): «Si todo estuviera conectado con todo no podríamos conocer nada». No podemos olvidar que el principio «todo está vinculado con todo» sigue siendo aún el ideal de la sabiduría de tantos físicos y metafísicos actuales.

Recordaremos, por último, que el propio nombre de filosofía, como designación de un nuevo estilo de pensamiento, surgió precisamente en el círculo platónico (acaso a través de Heráclides Póntico, según Werner Jaeger), y si se atribuyó a los pitagóricos fue con objeto de prestigiarlo.


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Producción General y Edición: Blanca Curia

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