“Un Faro en la Otra Orilla”
Por Silvina Seijas y Alejandro Cánepa
Un Faro en la Otra Orilla se inserta dentro de una tendencia de recuperación y dejó del pasado reciente, en particular de los años en los que Argentina estuvo dirigida por el Proceso de Reorganización Nacional. En ese sentido, continúa una línea que comenzó a finales de la Dictadura y comienzos de la Democracia, que a los pocos años perdió vigencia y que finalmente resurgió a mediados de la noventa.
Durante los últimos años del Proceso, y en especial en los comienzos del gobierno de Raúl Alfonsín , la problemática de los Derechos Humanos se instaló como un tema central de debate dentro de la sociedad argentina. El fenómeno se había desarrollado con más fuerza después de la derrota en la Guerra de Malvinas, en junio de 1982. A partir de ese momento, la Junta, muy debilitada, tuvo que observar cómo se empezaban a instalar y en gran parte de los medios las denuncias por los crímenes del Proceso.
Claro que esta tendencia se produjo varios años después del pico de la represión, cuando ya los militares estaban desprestigiados, y la salida electoral era inminente. Por tiempos esos, y también en los primeros años de la gestión alfonsinista, la gran mayoría de los medios, que habían permanecido en silencio en los momentos de mayor dureza represiva, se dedicaron a amplificar las denuncias sobre el Terrorismo Estatal. Eran tiempos del “destape”, una palabra que quería significar tanto las revelaciones de la parte más oscura de la Dictadura Militar como los temas generales que comenzaban a tocarse con más libertad.
La temática de las violaciones a los Derechos Humanos siguió hasta bien entrado 1985, cuando fueron juzgados los principales jerarcas del Proceso. A partir de ahí, sin prisa, pero sin pausa, el tema empezó a perder presencia en los medios y en la sociedad.
La sanción de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los Indultos de 1989 y 1990 decepcionaron a las personas que habían peleado por el enjuiciamiento de todos los militares involucrados en la represión. Ante la casi certeza de que era un “hecho consumado” que nadie más pagaría por esos crímenes, únicamente los sectores históricamente vinculados con el tema, como los Organismos de Derechos Humanos y algunos sectores políticos, siguieron manteniendo la lucha y grabando a las víctimas del Proceso.
Los primeros años del gobierno de Carlos Menem , estabilidad de precios y convertibilidad mediante, generaron una ilusión de bienestar y progreso en amplios sectores sociales. Eran años de dólar barato, en el exterior y negocios fáciles, en donde el estilo frívolo del gobierno y las sospechas de corrupción eran compras toleradas en función de los fugaces beneficios de la política económica. Además, estaba muy fresco el recuerdo del derrumbe del Muro de Berlín y la desaparición de casi todos los “socialismos reales” . El lema de la época era “la muerte de las ideologías” , patentado por Francis Fukuyama.
Sin embargo, los crímenes del Proceso resurgieron en el escenario público argentino; En 1994, los marinos Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón confesaron ante el Senado, que manipularon sus pliegos de ascensor, que habían aplicado tormentos a detenidos durante la Dictadura. Si bien no fueron los primeros uniformados en confesar eso, sí resultaron los que lo hicieron por primera vez ante el Parlamento argentino. Las repercusiones por esos dichos parecieron despertar la Memoria Colectiva.
Al año siguiente, Horacio Verbitsky publica el libro El Vuelo , en donde el marino Adolfo Scilingo cuenta con lujo de detalles la manera en que la Armada se deshacía de los cuerpos de los prisioneros. Ese testimonio sí fue el primero de un marino sobre el destino final de los desaparecidos, a la par que también contaba intimidades del adoctrinamiento que recibieron los militares para encarar la “lucha antisubversiva”. Las repercusiones por la confesión de Scilingo fueron todavía mayores que las por los dichos de Pernías y Rolón. La cuestión de los desaparecidos y las desaparecidas volvía a instalarse en la sociedad argentina.
En marzo de 1996, al cumplirse veinte años del Golpe, se realizó un acto masivo en Plaza de Mayo, y se multiplicó todo tipo de homenajes, investigaciones periodísticas y documentales sobre la época, como Malayunta, dirigido por Eduardo Aliverti , Cazadores de Utopías , de David Blaustein y Montoneros, una historia , de Andrés Di Tella.
Algunos años más tarde, en 1999, Eduardo Blaustein y Martín Zubieta publicaron Decíamos ayer, analizando el papel de la prensa bajo la dictadura. Por esa época entre otros, también se publicaron libros que investigaban el Mundial '78 (El terror y la gloria , de Abel Vitagliano y Miguel Gilbert), la existencia del campo clandestino de detención de Campo de Mayo (Camposanto, de Fernando Almirón) y el Plan Cóndor (Los años del lobo , de Stella Calloni).
Al compás de estos acontecimientos, se activaron juicios en el exterior contra militares argentinos, y procesos judiciales dentro del país, por robo de bebés. Más adelante también comenzaron los “Juicios por la Verdad”, que tratan de establecer el destino final de los desaparecidos. Fueron todos los hitos que marcaron el resurgimiento de la cuestión del Terrorismo de Estado dentro de la sociedad argentina, ya la vez la necesidad de preservar los recuerdos de aquellos años.
El documental sobre Radio Colonia queda incluido dentro de esa serie histórica de revalorización de la Memoria. La necesidad de rescatar el rol de esa Radio y la tarea profesional de Ariel Delgado se vuelve imprescindible, como señalamos, ante la riqueza del fenómeno de los informativos de Colonia y la poca investigación limitada destinada a analizar el tema.
Otro rasgo que es necesario destacar en Radio Colonia es el hecho de que fuera una emisora netamente comercial y con un perfil popular, dentro de un estilo sensacionalista. Si bien Colonia era escuchada desde hacía años por las argentinas y los argentinos que querían informarse sobre la situación de su propio país en momentos de crisis políticas o dictaduras, no tenía, a priori, el perfil de una Radio que le daría cabida a noticias en las que se denunciaron al Terrorismo de Estado.
Resulta interesante tener en cuenta que el único medio masivo, con verdadera penetración en Argentina, que difundió informaciones que nadie daba, fue una Radio comercial, que buscó rentabilidad, y que, abundante, apuntó a un público popular. Por supuesto que ayudó a esta Radio el hecho de que tenían la jurisdicción en otro país, pero, dadas las interminables presiones, censuras y amenazas que sufrieron tanto Delgado como los distintos propietarios de la emisora, que los noticieros se mantuvieron hasta 1980 no dejan de aportarle complejidad al fenómeno.
Radio Colonia no era una emisora destinada a un público “progresista” oa los medios ilustrados. Era (y aun hoy lo sigue siendo) una Radio con fuerte presencia de las noticias policiales, del fútbol, de los programas de colectividades y de la música popular. Estas características además destacan el rol personal de Delgado, ya que fue por su impronta, en tanto Director de la emisora y voz principal de los informativos, que Colonia mantuvo su línea periodística de compromiso con las denuncias contra las Juntas.
La escucha de los noticieros de Radio Colonia significó, para ciertos grupos, una búsqueda activa de información, muchas veces en medio de situaciones dramáticas. Por caso, los miembros del ERP se enteraron por primera vez de la muerte de su líder, Mario Santucho , escuchando a Ariel Delgado. Los guerrilleros, para esa situación, se pasaron horas escuchando Colonia, seguramente en casas clandestinas, con identidades falsas, armados y preparados por si en cualquier momento eran presa de los Grupos de Tareas. La situación no pudo ser menos inquietante y dramática: distintos militantes del ERP, amenazados permanentemente por la represión, sintonizando Colonia para ver si confirmaba la noticia de la muerte de Santucho. La Radio mostró entonces como un medio informativo confiable hasta para los mismos combatientes de estas organizaciones.
Otro ejemplo puede darse cuenta con Montoneros, en especial con el aparato de inteligencia que regenteaba Rodolfo Walsh . No deja de ser interesante que Colonia haya sido una de las fuentes informativas del periodista en esos meses de extrema represión, mientras que él, además de seguir con su militancia, escribió textos como la Carta abierta a la Junta Militar . Además, existía en otro sentido una relación cercana entre Walsh y los informativos de Colonia : las partes de ANCLA y Cadena Clandestina, ignorados por todos los medios argentinos, llegaban a la Radio uruguaya, y eran usados por Delgado , como recuerda él mismo 1] .Existía una relación de “feedback” entre Colonia y las tareas de Walsh .
El caso de los Organismos de Derechos Humanos también muestra la particularidad de las situaciones en las que se escuchó Colonia . Como lo recuerda Luis Zamora , miembro del grupo que formaría el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), los noticieros de Delgado eran escuchados permanentemente. Y no porque la Radio les reveló algo que no sabían, sino que apareció como una especie de prueba porque la tarea de los Organismos no era en vano.
También hay que pensar en aquellos casos de familiares de desaparecidos y desaparecidas que, en la búsqueda de sus seres queridos, sintonizaban todo el tiempo Colonia , a la espera de poder oír alguna noticia sobre ellos. En casos quizás se muestre con más claridad la función que cumplieron los noticieros de Delgado , aportando un vínculo especial entre estas personas y el medio. Como señalamos, la voz en la Radio es también el cuerpo del que la emite; para estos casos dramáticos que enumeramos, el contacto era casi íntimo, “corporal” . La Radio era, entre estas personas, una presencia concreta, “material” ;una voz de un cuerpo, de un alguien, que, por las escuchas diarias ya era un conocido, y que podría aportar novedades sobre un familiar desaparecido.
[1] Cfr. Entrevista de Ariel Delgado con los autores.
(Para cambiar de pista presione >>)
Pista 01: Bloque 1 (07:36)
Pista 02: Bloque 2 (08:53)
Pista 03: Bloque 3 (04:51)
Pista 04: Bloque 4 (06:37)
Pista 05: Bloque 5 (10:35)
Ficha Técnica:
“Un Faro en la Otra Orilla. Los Noticieros de Radio Colonia durante la última Dictadura Militar”. Tesina de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (2003), de Silvina Seijas y Alejandro Cánepa. Tutora: Yamila Samaan.
Con los testimonios de Ariel Delgado, Carlos Ulanovsky, Lilia Ferreyra, Adolfo Pérez Esquivel y Luis Zamora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario