miércoles, 12 de marzo de 2025

CD 385 – Con Voz Propia: Relatos en Primera Persona (I) Narraciones a la Carta

 

Dal Masetto y la Literatura como Oficio: 

Cada Libro como un Nuevo Territorio a Conquistar

                                                                                                     Por Mariano Pacheco 

para “La luna con gatillo”


Un hombre se encuentra caminando solo, por el bosque y la playa, mientras conversa con su amigo muerto. La escena, repetida por días, se transforma en punto de partida de este relato que Guillermo Saccomanno le dedica a Antonio Dal Masetto, el “pequeño Giotto”, a quien reconoce como su maestro: “hablo de tu influencia, ese ejercicio pudoroso de lo pedagógico en la amistad que puede haber entre un maestro y su discípulo”.

 

Saccomanno habla de su amigo-maestro recientemente fallecido y, en esa conversación-monólogo reconstruye su vida –la de Antonio-, pero también la suya, y ciertos trayectos compartidos.

 

Debe haber sido a mediados de los 80. Te veía a veces en una fonda del Bajo. Una noche me animé a acercarme a tu mesa, te acerqué un ejemplar de mi primera novela… Parabas en esa zona, el Bajo. Los bares donde se juntaban marginales, yiros, artistas, viejos melancólicos”.

 


Por prepotencia de trabajo


Por Saccomanno nos enteramos de la infancia de Dal Masetto, una coyuntura en donde en Italia mandan los fascistas y reina la guerra. Un padre obrero que desafía el toque de queda para no dormir en la fábrica y poder retornar a su casa. El autor de “Antonio” logra captar toda la sensibilidad del mundo que rodea a Giotto, lejos de cualquier pretensión de heroicidad. Así leemos: “Vuelve esquivando los tiros. No le importan. Cualquiera puede pensarse que es un valiente, uno que se arriesga por la resistencia. Pero no. Es un montañés tozudo. Su única razón es que quiere dormir en su cama”.

 

También nos enteramos por Saccomanno que primero el padre y un tío de Antonio vinieron para este continente a trabajar en una carnicería, y más tarde él, con su madre y una hermana. Que Giotto trocó los zapatos por las alpargatas; que comenzó a trabajar en el reparto del negocio familiar; que hacerse entender en un nuevo idioma fue uno de los mayores desafíos. Y del comienzo de todo el mundo que rodea al Dal Masetto escritor también nos enteramos: “a veces, de noche, en la llanura, en esa casa baja, una luz permanece encendida. Sos ese pibe que lee hasta que el gallo cante”.

 

El pibe se hace adolescente y migra a la gran ciudad. Tiene 17 años, llega en micro al barrio porteño de Once con unos pocos pesos, se instala en una pensión y comienza a trabajar en una tienda (enrolla las telas que despliegan las clientas). “Desde entonces trabajaste sin parar. De cualquier cosa. Lo que vos querías era pintar, pero dónde ibas a guardar un caballete, los cuadernos, las paletas, los pomos, los pinceles. Ser pintor era caro. Entonces agarraste un cuadernito y empezaste a escribir”.

 


La escritura como oficio


Cuando las dictaduras golpearon sobre el cuerpo social, y por ende también sobre el ambiente literario, Antonio irrumpió la escritura (con excepción de palabras sueltas escritas en papelitos que, guardados en una caja, años más tarde se constituyeron en la materia prima con la que construirá una nueva novela) y volvió al trabajo manual: pintar paredes, por ejemplo.

 

En el medio, la escritura entendida como oficio, lejos de cualquier idea romántica de inspiración.

 

Escribir una novela, escribir para un diario o una revista, lo mismo da. Lo importante es captar la singularidad del acontecimiento escritura, las potencialidades que se despliegan en el movimiento de las manos sobre un cuaderno o una máquina de escribir.

 

Dal Masetto participó de “Eco Contemporáneo”, junto con Miguel Grinberg y Jorge Di Paola, revista que contó con el apoyo –entre otros- de Julio Cortázar. También –de la mano de Miguel Briante– trabajó en “Confirmando”, donde trabó amistad con Osvaldo Soriano. Años más tarde publicó columnas en el diario “Tiempo argentino”“Empezando el 2000, dejás de escribir contratapas. Vas al diario, anunciás tu retirada. Tus textos de los martes ya son un clásico, se recopilaron en libros. No puedo seguir. Son más de diez años. Uno debe darse cuenta cuando se repite. Entonces hay que parar”.

 

La fidelidad a la escritura, la incomodidad, no pensar en el qué pensarán antes de comenzar a exteriorizar lo que se siente, lo que se piensa, lo que se imagina.

 

Una novela centrada en un pueblo que se parece demasiado a Salto, donde se crió Dal Masetto. Un texto que no deja bien parados ni a los poderosos ni a sus vasallos del lugar. “Un fresco de pago chico”, escribe Saccomanno. Y agrega: “pero el pueblo olvida pronto su indignación al enterarse que la novela será película. El cine llega al pueblo. Llegan los técnicos, los actores. Y los periodistas. Por unos minutos de fama todos olvidan la denuncia de sus agachadas y complicidades. Ahora sos una estrella”.

 


Una escuela literaria


Este libro habla de Antonio, sí, pero no sólo de él, sino también de su autor, del vínculo entre ambos, y de ese pliegue profundo que los unió: la literatura. El texto funciona, así como una máquina de lectura y de crítica en el testimonio vivo de cómo un escritor se hace, con todo lo tormentoso que eso puede llegar a ser: “cuando decidí ser escritor sabía que no tenía por delante una vida fácil, decías. Me esperaban dificultades, penurias, el riesgo del hambre. No me importaba. Era joven. Estaba dispuesto a todo, pero nada me importaba, nada iba a detenerme”.

 

“Los libros sirven para romper la soledad”, escribe, en alguna otra parte, el autor de “El pibe”, quien afirma que es en el insomnio en donde suele encontrar “la palabra perdida, la frase fugitiva”, más allá de que recuerda que su amigo Antonio cultivaba una idea de la escritura como oficio, tal como ya hemos remarcado.

 

El libro, entonces, como construcción oficiosa, pero también, como esa otra tierra en donde los escritores (siempre extranjeros) podemos reconocernos (“escribir es averiguar, me decís. Te parafraseo: cada libro es un territorio para conquistar”. El autor de “La lengua del malón” da un paso más, y define el estilo de Dal Masetto como “literatura de la experiencia”“Hay que observar a la naturaleza, me decías. Siempre enseñaba algo que uno por lo general ignora. Y que no tiene por qué saber. El secreto es que el lector se dé cuenta de eso sin que uno lo señale, me decís”.

 

Y más adelante agrega: “de hecho, la literatura que nos gusta se suele nutrir de la realidad así se trate de una novela de aventuras”. La literatura como aventura, entonces, y como conquista. Y como juego (un gran tablero sobre la mesa), en donde el escritor juega a ese juego que es escribir para encontrarse. “Quiere expresar otra cosa. No le convence decir lo que ya dijo. Aunque consiga decirlo bello y sublime, no le alcanza. Como el jugador, necesita seguir apostando”.

 

Aunque también, tal como aparece narrado en Antonio, la literatura puede ser “vicio absurdo”, una práctica que -se asume- puede que no pueda nada, o al menos que pueda hacer muy poco contra la injusticia, en un mundo en el que crece cada día la tendencia del “limitado valor de lo que hacemos”, pero que –sin embargo- se emprende igual, con obstinación.

 

“Entonces me pregunto en qué consiste la necesidad de escribir, este impulso”, escribe Saccomanno. Y como en una suerte de homenaje al maestro, y a sí mismo, y todos los que escribimos, remata: “no digo que la escritura sane, pero apuesto a que predispone la resistencia”.

(Fuente: https://latinta.com.ar/2017/12/05/dal-masetto-la-literatura-oficio-libro-nuevo-territorio-conquistar/)


 

Descargar:

Track 01: Aurora Venturini - ¿Por Qué Empecé a Escribir? (05:25)

Aurora Venturini. Fragmento de la entrevista realizada para el archivo de la Audiovideoteca de Escritores (2012).

Link para acceder al vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=_qc2dRCsB10&t=6s

 

Track 02: Antonio Dal Masetto lee a Antonio Dal Masetto - “Imitación de la Fábula” (05:48)

Antonio Dal Masetto lee un fragmento de “Imitación de la Fábula”. Segmento de la entrevista realizada por la Audiovideoteca de Escritores el 10 de noviembre de 2014 en el barrio de Recoleta, Buenos Aires.

Link para acceder al vídeo:

https://www.dailymotion.com/video/x9ebamy

 

Track 03: María Inés Krimer - “Me Siento una Buscadora de las Palabras” (06:18)

María Inés Krimer. Fragmento de la entrevista realizada para el archivo de la Audiovideoteca de Escritores (2015).

Link para acceder al vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=TkNcGoZS5fk

 

Track 04: Olga Orozco lee a Olga Orozco (02:57)

Olga Orozco lee el poema "Canto XVI", del libro “Cantos a Berenice”, en el ICI Buenos Aires, el 18 de junio de 1991.

Link para acceder al vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=rW6APSEyWlU

 

Track 05: Carlos Gamerro lee a Carlos Gamerro - "Borges o Perón" (05:28)

Carlos Gamerro lee "Borges o Perón", de su libro "Facundo o Martín Fierro". Registro realizado por la Audiovideoteca de Escritores el miércoles 15 de julio de 2015 en el auditorio del MALBA. Palermo, Buenos Aires.

Link para acceder al vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=6XhA_JTisag

 

Track 06: Silvia Hopenhayn – “La Maga, la Amante y la Hermana” (05:48)

“La Maga, la Amante y la Hermana: Tres mujeres en el universo de Cortázar”. Fragmento de la actividad que formó parte del ciclo "Cortázar, en líneas". Silvia Hopenhayn, Escritora, crítica literaria y periodista cultural. Alianza Francesa, Buenos Aires, 26 de agosto de 2014.

Link para acceder al vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=rvo0xGkMUoo

 



Ficha Técnica:


Audiovideoteca de Escritores. Primer Archivo Audiovisual sobre Literatura Argentina. Archivo + Comunicación. Producción, difusión y preservación de archivos de audio y audiovisuales. Memoria Audiovisual de la Literatura Argentina. Desde el presente hacia el pasado pensando el futuro. www.audiovideotecaba.com

Dirección: Karina Wroblewski. Producción General: Silvia Vegierski. Fotografía y masterización: Vito Rivelli. Realización audiovisual: Carla Sanguineti. Diseño gráfico: Willy Weiss. Edición: Victoria Lastiri. Música Original: Carli Arístide

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