viernes, 28 de mayo de 2021

CD 287 - Leonardo Favio: “El Amor por los Otros”

 El cine 

Por Norberto Galasso 


De la mano de Torre Nilson, Leonardo ingresó al mundo del cine, trayendo consigo las enseñanzas del radioteatro que le había aportado su madre. 

En sus recuerdos aparecen dos películas que lo conquistaron para la cinematografía: “La casa del ángel”, de Torre Nilson y “La strada”, de Fellini. La película de Fellini lo emocionó profundamente y luego, “La casa del ángel” “me dio vuelta la cabeza”1. 

El cine lo había atrapado y concurría a todas las filmaciones de Babsy, sin perder detalle acerca del manejo de la cámara, de los planos, las angulaciones. A partir de ese momento, asistió a la exhibición de las mejores películas del cine mundial. Él mismo recordará la admiración que le produjo “El ciudadano” de Orson Welles, que decía haberla visto como cien veces. Señalará también que vio muchas veces “Los inundados” y “Tire dié...” de Fernando Birri. Su interés especial era por las películas de Soffici, Torres Ríos, Demare y, en especial, Kurosawa

A María le decía que iba a una academia a estudiar, pero se fue formando asistiendo a las filmaciones. A través de Babsy se adentró en el mundo mágico del cine y pudo conversar con Ayala, con Soffici, adquiriendo experiencia hasta que se animó a filmar un cortometraje titulado “El amigo”, con materiales que le facilitó Leopoldo

La acción de “El amigo” se desarrollaba a las puertas del Parque Japonés -que fuera su paisaje habitual en aquellos años- y relataba la amistad que se iba gestando entre un niño rico con zapatos de muy buena calidad y otro pibe, lustrabotas. El corto no adquirió trascendencia, pero ahí estaban ya los temas y personajes de sus próximas películas: los chicos, la desigualdad social, el mundo del parque de diversiones, la pobreza. Probablemente Babsy le dejaba filmar en horas de descanso y así se fue animando a una obra de mayor alcance: “Crónica de un niño solo”, en base a un cuento de su hermano el Negrito. 

Por entonces, Torre Nilson lo lleva al festival de Río Hondo en julio de 1958. Allí fue una sorpresa para todos. Montaba descalzo y en pelo. No concurría a las reuniones sofisticadas, se preocupaba por la miseria de los pobres. Prefería la charla tibia con personas que le caían en gracia. A su lado se movía un vergel de frivolidad de la que no participaba. De la que no podía participar 2. Leonardo era así. Un muchacho natural, directo, que salía de un cono de sombras para incrustarse en un medio pagado de sí mismo, lleno de poses, pero al cual quería arribar para poder desentrañar la vena artística que latía en su interior. Hacerse compañero de Favio era fácil en ese entonces. Pero permanecer en su aprecio, muy difícil. Sucedía que él se entregaba con prodigalidad, con esa inocencia que poseía. Pero, darse cuenta de que pernoctaba en un mundo cruel, egoísta, árido, le provocaba repulsiones lógicas en un ser noble. Aún por encima de los embates del encierro del correccional, del peligro acechando a cada momento” 3. 

Torre Nilson me lleva de la mano y me presenta a todo el circuito tanguero más selecto. Y me hago en seguida, muy amigo de Aníbal Troilo y de Cátulo Castillo. ¡Qué lujo! Me gustaba mucho charlar con Pichuco, un filósofo del arrabal. De todo ese mundo viene cierta evidencia o sensación que percibí desde muy joven: el mundo como un gran espectáculo. Todo para mí, no sólo sets cinematográficos, sino la calle, la gente, los bares, todo, como un gran espectáculo”4. 

Torre Nilson le enseña también algo fundamental: el no tenerle miedo a la irreverencia. “Por ejemplo, en ‘Nazareno Cruz y el lobo’ usé, cambiada, la letra de Rigoletto. Y no sólo, sino que, además, le bajé medio tono porque no me daban los tenores. Hice uso de la irreverencia. Muchos se escandalizaron y se agarraron la cabeza. ‘Vos sos un loco’ me decían. Vaya novedad, pensaba yo... También después en ‘Gatica’, en una escena de combate en el Luna, en cámara lenta, le pongo como música de fondo coros gregorianos.”5. 

En esa época, él, que respira peronismo, se afilia al Partido Comunista nada más que para seguir a una novia esquiva 6. Pero un día se puso a hablar con Arturo Jauretche y se hizo peronista para siempre: “Eso, del peronismo, en que lo sumergió una tarde Arturo Jauretche frente a un pocillo de café, una tarde en que se olvidó que era afiliado al Partido Comunista y eligió seguir al peronismo definitivamente”7. 

Pero, en lo cinematográfico, además de Babsy y de Fellini, reconoce otras influencias: Rubén Cavallotti era un profundo conocedor del oficio. A mí no me gustaba mucho su personalidad, porque no lo entendía mucho, pero me gustaba cómo filmaba, las lentes que usaba, los temas de sus películas... A medida que fueron pasando los años cada vez me gustó más su cine. Me sentía identificado con su cine. Me refiero a la temática, al gusto de Cavallotti por lo nacional. Él venía de la escuela de Torres Ríos, de Soffici, de Lucas Demare. Fue en la época en que participé en ‘El bruto’. Cavallotti era un tipo joven y, sin embargo, estaba involucrado con ese tipo de cine que en aquel momento estaba como relegado. Todos apostaban a un cine más intelectual. Yo estaba muy confundido, pero tenía cierta tendencia que me gustaba más el tipo de cine de Cavallotti, de Lucas Demare, de Soffici... al mismo tiempo estaba con un tipo como Babsy, estaba con Lucas Demare... Y con Armando Bo. Me acuerdo de que, para ir a una privada de Armando Bo, tenía que hacerlo a escondidas de Babsy. Si se enteraba que había ido ahí, me mandaba al diablo. Después venía Armando y me decía que no le diera bola a un tipo como Babsy, quien, a su vez, me explicaba que Armando era un analfabeto. Se odiaban. Yo siempre estuve con los dos... Y Soffici, que era un tipo bárbaro” 7. 

Resulta interesante esta confidencia de Leonardo porque la historia del cine argentino muestra dos caminos: el de Torre Nilson, de gran calidad estética pero cuyos temas no se recogen en los barrios ni en el arrabal, sino en las casonas aristocráticas, cuyos conflictos se desarrollan en ámbitos de la clase alta y, en el otro extremo, Armando Bo en cuyas películas la estética se rinde ante los contenidos populares, los conflictos del hombre común, como en “Pelota de trapo” y “Pelota de cuero”. Cuando Leonardo afirma que “se odiaban” resume que no se trataba de problemas personales sino de dos caminos en que se bifurca la historia del cine, como también se escinde la historia del país, entre la dependencia -con rasgos europeístas, exquisitos, de alto nivel cualitativo- y la búsqueda de la liberación nacional. Leonardo -más allá del afecto y la admiración por Babsy-, sin abandonar el alto nivel artístico, tomará el camino del cine nacional, aunque les dará a sus películas un lugar importantísimo a la estética. 

* Leonardo Favio de Norberto Galasso, Ediciones Nuevos Tiempos (edicionesnuevostiempos@yahoo.com.ar). Agradecemos a Lido Iacomini, editor del libro, por autorizarnos a publicar este adelanto. 

Notas: 

1. Adriana Schettini: ob. cit., p. 68. 

2. Revista Flash, 14/7/1981. 

3. Ídem. 

4. LF, revista Clarín Viva, 7/5/1995. 

5. LF, en Periódico Ni, año 3, N°21. 

6. Revista Clarín Viva, 7/5/1995. 

7. LF, en reportaje de Julio Petrarca, 1983. 

(Fuente: https://revistaharoldo.com.ar/nota.php?id=544


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Track 01: Presentación (01:45) 

Track 02: Crónica de Un Niño Solo (02:56) 

Track 03: Juan Moreira (04:44) 

Track 04: Nazareno Cruz y El Lobo (03:51) 

Track 05: Soñar Soñar (02:14) 

Track 06: Perón, Sinfonía de Un Sentimiento (05:14) 

Track 07: Despedida (03:35) 

Producción General y Edición: Blanca Curia

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